martes, 2 de septiembre de 2008

EL DOMADOR DE BESTIAS

Se pensó llegar a ser cualquier cosa, desde repostero hasta cantante, pasando por médico o pintor independiente, pero nunca se le pasó por la cabeza, ser lo que hasta ahora es.
Su vida era una carcajada constante, a pesar de ello, le gustaba encerrarse en su habitación a soñar con un futuro mejor, dónde las victorias ganadas en el mundo sorprenderían a propios y extraños, sin embargo, debajo de todos esos sueños había algo que estaba creciendo, algo que más adelante le impediría hasta respirar.
De llevar a cabo todas las cotidianas labores de un adolescente, pasó a estar encerrado, por algo que le atormentaba y ese algo era indescriptible, oscuro, imposible de verle a los ojos, pero existente, un ser tan fuerte como la mayor de las bestias, un ser tan asfixiante cómo el mayor de los vicios y tan temible cómo exigente, que sólo se dedicó a darle gusto, ya que le fue rodeando hasta encerrarle en sí mismo y no dejarle manera de escapar.
Su vida se partió en dos y se olvidó de todo, ya que no podía hacer otra cosa, que no fuera darle gusto a esa bestia indomable, ese animal que entre más se le atacara, más fuerza cobraba, así que cualquier intento por dominarle, le salía contraproducente, pareciera que ese monstruo iba un paso adelante y el soñador, ahora soñaba con dominarle, ya no podía ir más allá, sino suplicar con poder dominar a ese ser que regía su propia vida.
Cuando llegó a ser un extraño para los demás porque ni a la calle salía, se dio cuenta que había un patrón en el actuar de la bestia, que algunas veces se le mantenía calmada con ciertas cosas, otras se podía llegar a predecir, para esto habían pasado los años, las ropas del soñador eran una burla, de lo que un día llegó a vestir, su carácter y su aspecto también fueron cayendo cómo una planta que se deja de regar y a pesar de todo ello, seguía soñando con domar a ese ente.
A pesar de todo, ese ser era portable, si salía uno, salían los dos y en dónde fuera le seguía rondando, calle, plaza, mercado, todo era igual, seguían siendo presa y cazador, para esto, la astucia de la presa iba en aumento, la bestia seguía actuando eternamente igual, tan igual que en un descuido su víctima fue tomando ventaja, se agarró de armas rudimentarias pero letales y poco a poco empezó a practicar, a veces creo que ese animal nunca pensó que su cautivo, con tan depresivo aspecto, fuera a tomarlo por desapercibido.
La lucha que de poco comenzó, fue tomando terreno, uno atacaba y el otro no se dejaba, exhaustos seguían peleando, a veces uno le madrugaba al otro, a veces el otro le ganaba, sin dejar un minuto de pelear, durante varios meses esa bestia incontenible, fue quedando atrás, fue cediendo su paso, fue perdiendo terreno.
Hoy, la bestia está echada, junto al soñador, ambos aprendieron a vivir juntos, nacieron juntos, morirán juntos, son uno los dos, tienen el mismo aspecto, son el mismo, ese monstruo y ese joven viven en el mismo cuerpo. Él aprendió a domar las partes más oscuras de su haber y ahora puede seguir construyendo su sueño y ser lo que siempre ha soñado ser, porque ya cumplió con una de sus metas, ser domador de su propia bestia.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Aprender a vivir con la bestia, ese es el chiste. Mucha gente le gusta o bien ignorarla o bien reprimirla, pero aprender a vivir junto con ella, es lo chido y el mejor camino.

que buena reflexión, un beso

Jacobo Tafoya dijo...

Qué tal compañero. Vine a dar con tu blog por x o y. Me parece interesante lo que escribes, al menos las pocas entradas que te leí. Me fascinó el de ¿Es lo mismo? jaja, muy bueno el final. Bueno, ya ví que acabas de desempolvar el blog después del verano, pasaré seguido.

Date una vuelta por el mío http://laseddelcomentario.blogspot.com

Saludos.

Anónimo dijo...
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