De pronto, le dio por levantarse de la cama a las 2 de la madrugada, por un fuerte impulso de encontrar el botón que lleva a la felicidad, así que sin más, se salió de su cuarto, con el celular en mano, y bajó primeramente a la sala, lo buscó ahí, entre todos los botones de sus aparatos de sonido y video, luego en los de cuanto control remoto pudo, también le dio por buscar en el celular, apretó todos los botones, pero insistentemente pulsó más veces el que dice “Send” en color verde.
Sin recompensa fue a la cocina e hizo funcionar los electrodomésticos, apretando todos los botones de uno en uno, en ocasiones apretaba más de dos al mismo tiempo, la licuadora subía y baja de velocidad, el horno de micro ondas, la batidora y hasta la perilla de temperatura del refrigerador pasaron por sus manos, se quedó varias veces viendo cómo la luz del mismo “refri” prendía y apagaba cada que oprimía y soltaba el botón junto a la puerta, parecía como hipnotizado y sus ojos se perdieron un buen rato viendo esa luz intermitente, pero la felicidad que sentía no se comparaba con otras, como la que sintió en su primer beso o cuando recibió su título profesional, así que después de unos minutos de su fallido éxtasis, siguió su búsqueda.
En el estudio, se dio cuenta que el teclado de su ordenador tiene varios botones, pero que el “enter” y el espacio, eran los más atractivos, pulso primero estos dos, luego siguió con los demás, incluso esos que constan del F1 al F12, que casi no usa y que tampoco regalaban algún efecto placentero, que incluso los del “mouse”, monitor e impresora, pasaron desapercibidos, los del teléfono y calculadora tuvieron el mismo efecto, que salió más desesperado que cuando entró.
Por toda la casa, subió y bajó sin poder encontrarlo, la búsqueda no iba más allá de apagadores, y utensilios menores, entró al carro y el único botón que pudo presionar fue el de las intermitentes, ya que el resto de elementos no parecían ser un botón y lo dejó por la paz.
Insatisfecho por la situación salió a la calle, para encontrarse con un gran cúmulo de botones por pulsar, es decir, si en su casa había tenido cientos de ellos por presionar, se encontró rodeado por muchas casas, dónde habría una gran cantidad de botones y eso le hizo preguntarse ¿qué sería sí, botón por botón, aparato por aparato, casa por casa, ciudad por ciudad, país por país, pulsara todos los botones? Tendría la certeza de poder encontrar y apretar el botón que lleva a la felicidad, pensó que seguro lo lograría ya que vaticinó un triunfo inmediato, así que no quiso perder tiempo y fue directo a la televisora local a pedir un espacio para anunciar su búsqueda y que en todos lados le permitieran llegar a apretar cuanto botón se le ocurriera, existiese o necesitase.
En la televisora, a pesar de que no lo tomaron tan enserio, necesitaban llenar un espacio en un programa de “trash tv” y ahí pudo hacer masiva su idea, La gente al oír su propósito se comportó positivista, ya que les vendió la idea de que si encontraba ese botón, el mundo entero podría tener acceso a él, así que de manera inmediata se fue ganando adeptos los primeros eran de esos que se agarran ideas ajenas y se pegan a cualquier moda, pero sin estos no hubiera sido posible que el mensaje llegara a más gente, ya que luego de los primeros seguidores, poco a poco se sumaron más adeptos y los espacios televisivos fueron siendo más grandes e importantes, hasta en el noticiario del horario Premium fue a parar y llegó a ser la sensación nacional.
Todo el país estaba dispuesto a cooperar, miles de cartas comenzaron a llegar sin fin, todos pedían que su casa fuera inspeccionada con el afán de encontrar el botón de la felicidad, tanto que algunos, los más entusiastas, llegaron a soñar que en su propia vivienda se encontraría el mentado y famoso botón, que luego ellos serían los poseedores y ganarían una fortuna cobrando por pulsar ese trozo de plástico, madera o metal que tuviera la capacidad de regalar el éxtasis soñado.
Había quienes en su propio afán se dieron a la tarea por construir sofisticados artefactos a los que le agregaban muchos botones, se llegó a encontrar que varios de ellos eran sólo ornamentales y no tenían ningún sentido práctico, pero el intento hacían, hubo organizaciones que pretendían flaquear la búsqueda que nuestro ser en cuestión empezó primero, así que en su nombre llegaba a casas pidiendo la entrada y sólo roban esas viviendas, se llevaban objetos que tuvieran botones con el fin de analizarlos y los dueños, hasta firmaban cartas dónde cedían los objetos para estudio.
La fama de la búsqueda fue tal, que mundialmente llegó a conocerse, los principales países de la orbe, se pusieron en contacto con el indicado para figurar en ser los primeros en ser visitados y encontrar dicho botón en sus tierras, hubo marcas de productos que iniciaron su propia investigación con sus producciones diarias y contrataron personal exclusivo para pulsar botones, dentro de sus instalaciones, siendo en vano su búsqueda, el tema llegó a la iglesia, la cual se opuso en el primer momento y los sacerdotes, monjes, maestros y rabinos, hablaban de esa búsqueda cómo algo inservible, algunos de ellos la señalaban cómo algo ruin, los más humoristas, les daba por criticarla en el sentido de lo absurdo y decían, “dejen que pierda su tiempo”, hubo quien lo condenó y dejó claro que el que tocara ese botón, era pecador e indigno, pero cómo pesaba más la sensación, algunas de esas declaraciones nunca las ventiló la prensa.
El consejo mundial femenino, intentó sacar provecho de la situación, e hizo una campaña mundial sobre la mujer y su cuerpo, decían que el botón indicado lo portaban en su organismo, que no era de otro material sino de piel misma, que se le conocía cómo clítoris y que la búsqueda estaba resuelta desde antes de comenzar, y que la felicidad buscada, aplicaba sólo en el cuerpo de la mujer, otros grupos que eran más radicales, vaticinaban la hecatombe mundial, diciendo que la búsqueda estaba comandada por falsos profetas y que sólo llevaría al suicidio de nuestra sociedad actual, dejando sus pasiones por una pasión vana y demás adjetivos que la calificaban con entidades bajas.
De esa manera, incontables cantidades de botones, eran analizados por el primer entusiasta, su fama y sueldo que pagaban los patrocinadores, era magnífico, sólo vivía de apretar botones, él mismo al darse cuenta de ello, se dijo, “creo que ya presione el botón indicado, sólo que no supe cuando ni en dónde, pero la felicidad a mí ya me ha llegado”, sin decirlo a nadie, fingió no ser feliz y siguió tocando, presionando y pulsando cuanto botón le llevaban, fingiendo asombro en algunos y en otros diciendo que eran vanos desde que los veía, las interminables filas nunca acababan y la esperanza por encontrarlo de los que las hacían, tampoco. Las agendas se llenaban con años de anticipación y la gente sólo esperaba tener el tiempo y espacio para viajar en la espera de poder corroborar que sus aparatos tenían tan preciado botón.